El pueblo de Santiponce nace a orillas del Guadalquivir, en un lugar denominado Isla de Hierro, donde hoy se localiza el Estadio Olímpico de la Cartuja. Por su proximidad al río padecía frecuentes riadas, y, en una de ellas, acaecida el 20 de diciembre de 1.603, quedó sepultado para siempre. Los vecinos supervivientes buscaron la protección de los monjes del monasterio San Isidoro del Campo, quienes les cedieron tierras más altas, edificándose el nuevo Santiponce, casi en su totalidad, sobre las ruinas de la ciudad romana de Itálica.
Una vez asentado el pueblo en su enclave actual, en el año 1.691 los monjes consiguen que Carlos II conceda un privilegio real para organizar la Feria de Santiponce, feria franca a celebrar todos los primeros de octubre, con el propósito de activar la economía del municipio.
Actualmente tienen lugar, en estas mismas fechas, la Feria local y la Muestra de Artesanía Popular, fieles referencias de esta actividad de antaño.
RUTA BÉTICA ROMANA
El viajero de la Ruta Bética Romana tiene la posibilidad de elegir el tiempo, la época, y las impresiones, siempre propias, sobre los lugares. Aquí proponemos una ruta que ya ha hecho un viejo habitante de la Bética. pero es el visitante quien decidirá si el aceite de Almedinilla o las conservas gaditanas de almadraba se aproximan a lo que vio un tal Teóphoros a fines del siglo II d.C, o si el paso de los tiempos y la historia han modificado y mejorado los lugares. Lo que si estamos seguro es que después de la visita a la antigua Vía Augusta, como Teóphoros, recordarán los lugares de manera especial.
Teóphoros ya anciano, de 81 años de edad, liberto nacido en la lejana Grecia, geógrafo y ahora de profesión pedagogo y maestro, enseñaba geografía en la Bética a una treintena de alumnos de la vieja Gades.
Después de narrar el tratamiento del Bétis y la Vía Augustea pasó a contar a sus alumnos algunos lugares de la provincia más meridional de Hispania, a la vez que les hablaba de economía, de banquetes o de rudos trabajos de campo. Gran conocedor de la Bética, por haber vivido muchos años y en variados sitios de su extenso territorio, y leído detenidamente a Estrabón, pasó a referir las imágenes que mas habían impactado sus ojos.