Situada al pie del cerro minero de Montevives, entre los arroyos Santapudia y Salado, cuyas aguas alimentan sus históricas salinas, La Malahá es la localidad de Granada con el nombre de ortografía más cambiante en su dilatada historia. Escrito indistintamente como Malá, La Malá, La Malaha o La Malahá, según el mapa que se mire o la carretera por la que se entre al municipio.
El río Cacín, cuyo cauce se encaja a lo largo de impresionantes desfiladeros rocosos, señala la proximidad de la población. En sus calles se respira la sosegada atmósfera de una villa campesina, en cuyas inmediaciones se suceden pozas y laberintos de las viejas salinas, unas de las más notables del interior de Andalucía. Al norte, muy cerca, queda el atractivo paraje de los Baños, la fuente de aguas curativas –clorurosódicas arsenicales–, que se remansa en un estanque circular de piedra, vestigio de romanos y musulmanes, con un amplio paisaje ante sí que se dilata hacia la Vega granadina.
En medio de un terreno de suaves ondulaciones, con campos de cereal, olivares y regadíos, La Malahá extiende su sencillo casco urbano a base de manzanas ordenadas que confluyen en su sector más antiguo y compacto, donde se alza la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción.
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