Breve Reseña Histórica
Los orígenes históricos del nombre Montemayor están perfectamente datados a partir delsiglo XIII pero hay constancia de asentamientos humanos organizados muchos siglos antes en este sitio. De hecho, algunos autores defienden que la primera población organizada surge hacia el dos mil antes de Cristo con lo que se convertiría en una de las ciudades más antiguas de la Bética, y sin duda, de las primeras de la provincia cordobesa.
Corroborando estos datos están los abundantes, y mal estudiados, restos de cerámica campaniforme y de esculturas y exvotos ibéricos que se conservan en el Museo local de Ulia y en el Arqueológico Provincial de Córdoba.
Estos datos nos permiten afirmar que Ulia, antiguo nombre del sitio, no es de fundación romana, como se creyó durante largo tiempo, sino muy anterior si bien fue en época Imperial cuando alcanzó su máximo esplendor. De hecho el máximo exponente de los estudios que sobre el antiguo Montemayor se han realizado, Don Pablo Moyano, no tiene reparos en afirmar que Ulia es una fundación pre-ibérica.
Sobre el origen del nombre de Ulia no hay nada claro si bien dos teorías pretenden aportar algo de luz sobre el tema: por un lado y basándose en estudios lingüísticos hay quien afirma que el nombre de Ulia significaba monte entre los turdetanos. Por otro un papel aparecido en el archivo parroquial afirma que el nombre deriva de Ulio, nombre propio de Sículo primero o Sículo segundo, un antiquísimo rey que fundó la ciudad.
Pero sin lugar a dudas cuando Ulia alcanza su máximo esplendor es en la segunda mitad del siglo primero antes de Cristo., sobre todo a raíz de la victoria de César sobre los hijos de Pompeyo en Munda en el año cuarenta y cinco antes de cristo.
El Bellum Hispaniensis de Aulo Hircio nos informa de que fue esta ciudad de la campiña cordobesa la única de la Bética que permaneció fiel a César durante la guerra civil.
Pero algo antes ya hay noticias de Ulia en el Bellum Alexandrinum refiriéndonos el suceso del asedio que sufre la ciudad por parte de las tropas que se habían amotinado en la provincia de Corduba contra Casio Longino que se refugio en Ulia. Marcelo acampó cerca y asedió la ciudad hasta que la llegada de Lépido reestableció la paz.
Volviendo al Bellum Hispaniensis retomamos la historia en el cuarenta y seis antes de Cristo., cuando Cneo Pompeyo sitia Ulia mientras que su hermano Sexto se establece en Corduba. Los ulienses sitiados se enteraron de la llegada de César a Hispania y mandaron mensajes de auxilio a lo que el romano respondió enviando tropas al mando de Lucius Vibius Paciecus y marchando, él mismo, hacia Corduba.
Las tropas enviadas a auxiliar a Ulia serian unos dos mil cuatrocientos infantes e igual número de caballeros lo que nos da idea de la importancia estratégica de la ciudad. Tras la batalla de Munda y el definitivo triunfo de César las ciudades que le habían sido fieles se ven claramente favorecidas con diversas medidas: donación de tierra, exención de impuestos…
Entre estas ciudades se hallaba Ulia que comienza ahora su etapa de máximo esplendor a lo largo de la dinastía Julio Claudia como lo demuestra la arqueología local; así junto al abundante material bélico que nos habla de una importante actividad guerrera (balas de plomo, glandes…) aparecen monedas ulienses, inscripciones y restos escultóricos de la época que nos explican la importancia de la ciudad.
La leyenda afirma que el propio César otorgo la ciudad tras la guerra civil el sobrenombre de Fidentia (la fiel) como premio a su actitud procesariana.
A partir del siglo tercero después de Cristo la decadencia se hace inminente tanto económica como políticamente, y por tanto entramos en una etapa oscura en las que las noticias son escasas. Se sabe que un presbitero de nombre Victor acudió al concilio de Iliberris, a principios del siglo cuarto, representando a Ulia. Algunos papeles del archivo parroquial estudiados por Don Pablo Moyano nos reafirman que Montemayor tuvo silla catedral desde principios de la era cristiana.
Un curioso documento que dice que el Apostol Santiago predicó en Ulia nos aporta también el dato de que a mediados del siglo segundo el obispo de la ciudad era San Cuadrado y nos informa de un curioso hecho que me permito copiar literalmente de la obra de Don Pablo: El año treinta y dos de Cristo Nuestro Redentor y estando en carne mortal antes de su Pasión sucedió en Montemayor un caso prodigioso y es que un niño de ocho días nacido habló y en voz inteligible y clara dijo a los que estaban presentes: El Salvador del Mundo es Cristo Jesús, con lo que los dejo admirados. La decadencia general que sufre la Bética durante la dominación visigoda afecta, sin duda, a Ulia de la que desaparecen todas las noticias tanto literarias como arqueológicas. Es sin duda en esta época cuando paulatinamente van siendo desmanteladas las murallas y otras construcciones para rentabilizar sus elementos.
La famosa ciudad romana se va convirtiendo en un sitio casi despoblado, con casas hechas casi al completo con materiales deleznables y donde el bosque y las alimañas van ganando terreno a la civilización. En época árabe vuelve a aparecer el nombre de Ulia, si bien eclipsado por la creciente importancia de la cercana Córdoba musulmana. Sabemos que fue uno de los quince iqlins (distritos agrícolas) en que se dividió lacora (provincia) de Córdoba una vez que se consolidó el Emirato. Recibía el nombre de Ulyay Kanbaniya (Ulia de la Campiña) pero no han aparecido restos arqueológicos que corroboren estos datos. Hay otras noticias de época árabe que nombran a Ulyat aunque sea de pasada. Así, Ibn Idari nombra el río Ulya, que probablemente sea el arroyo Carchena, como paso obligado en la antigua calzada romana que unía Córdoba con Málaga. Al Sahqundi se refiere al iqlim de Ulyat Kanbaniya como tierras de abundante y excelente trigo que probablemente sería enviado en su casi totalidad a la capital. La siguiente noticia cronológica pertenece al rey Alfonso X el Sabio quien afirma que la zona es abundante en caza mayor, como lo demuestran los colmillos de jabalíes aparecidos en algunas zonas. Pero ya antes, su padre Fernando III el Santo había mandado algunas tropas (en el año mil doscientos treinta y tres), que se dirigían a Córdoba, para que ocuparan el lugar semiderruido y casi deshabitado. Es a partir de ahora, siguiendo al Abad de Rute, cuando el sitio comienza a denominarse Montemayor.
Una vez conquistada Córdoba, los territorios de Montemayor y el cercano castillo de Dos Hermanas junto al río Carchena pasan a engrosar los dominios de la familia Fernández de Córdoba.
Pocos años después, durante el primer tercio del siglo el rey nazarí Muhammad cuarto llevo a cabo una serie de razzias a lo largo de la frontera saqueando la campiña cordobesa. Esto, unido a que el señor de Aguilar se declaró vasallo del rey granadino, obliga a Martín Alfonso Fernández de Córdoba a pedir permiso de repoblación al rey Alfonso XI. Corre el año mil trescientos cuarenta cuando se comienzan las tareas de repoblación y reconstrucción del castillo de Montemayor, mucho mejor ubicado y defendible que el de la antigua Soricaria (cortijo de Dos Hermanas). Sin duda fue esta una etapa que modificó toda la estructura urbana que permanecía desde la antigüedad ya que aunque se trajeron algunos restos y piedras de Dos Hermanas, el castillo de Montemayor fue construido en un noventa por ciento con materiales y restos de la antigua Ulia por varias razones: por un lado la construcción del castillo de Montemayor es mucho mas grande que la de Dos Hermanas y, sin embargo, ésta no fue totalmente arrasada como lo demuestra las torres y el arco de entrada que aun permanecen en pie.
Por otro son abundantes los restos romanos, columnas, piedras de molino, etcétera, no sólo a nivel de cimientos sino incluso elevados sobre el suelo. Por último hay que tener en cuenta que el castillo se construyó rápidamente puesto que era una necesidad de guerra. Que el castillo es una construcción eminentemente defensiva lo demuestran las fuertes torres almenadas, con troneras, los amplios graneros y abundantes aljibes para recoger el agua de lluvia.
Hacia mil trescientos cuarenta y nueve muere Martín Alfonso, heredando el señorío su primogénito Alfonso Fernández que adopta como principal apellido el de Montemayor. Fue, como su padre, Adelantado Mayor de la Frontera y se mantuvo fiel a Enrique de Trastamara por lo que le fue concedida la villa de Alcaudete (Jaén). Como dato curioso resaltar que de aquí viene la similitud en los escudos de las dos villas que presentan un castillo de tres torres con escalinata delantera.
Otros señores destacados en esta etapa fueron Alfonso VI Fernández de Montemayor que colaboró en la etapa final de la conquista de Granada junto a los Reyes Católicos y Martín IV Alfonso, séptimo señor de Montemayor que colaboró con Carlos V en las guerras contra Francia. Fue nombrado virrey de Navarra y Conde de Alcaudete.
A mediados del siglo quince Montemayor tenía una población de ciento doce vecinos, cuyos nombres se conocen según los estudios llevados a cabo en el desaparecido Archivo Ducal de Frías por Don Alfonso Franco y expuestos en las primeras Jornadas de Historia de Montemayor. También por estas fechas se concedió a Fernán Alfonso de Montemayor privilegio para la repoblación de Montalbán, distante unos siete kilómetros de Montemayor. Quizás esto explique porque son precisamente Montemayor y Montalbán los dos únicos pueblos de la campiña cordobesa que cecean. Otro dato curioso de esta época es que se sabe que Fernando el Católico pernoctó en el castillo de Montemayor el cuatro de Noviembre de mil quinientos uno.
A mediados del siglo dieciocho la casa de Montemayor entronca con los Duques de Frías. Los escasos datos que poseemos de la época hablan de unas salinas actualmente desaparecidas.
Hemos pasado por alto, para ahora retomarlo, el otro gran eje vertebrador del pueblo a raíz de su repoblación: la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. Es una construcción del siglo dieciséis de la que participan el gótico, el mudéjar, el renacentista y el barroco.
El retablo mayor, renacentista, fue acabado en mil quinientos sesenta y dos si bien desde mil quinientos diecisiete estaban en Montemayor los restos de San Acacio traídos desde Roma por Don Antonio Aranda. En mil seiscientos treinta y tres San Acacio es votado en cabildo público patrón de la villa.
Aparecen, como no, reminiscencias romanas en los capiteles de algunas columnas y en relieves de éstas. Pero si todo el conjunto es importante destacan sobremanera la capilla de la Purísima.
Retomando el hilo histórico que seguíamos, el nombre de Montemayor, que ya había dejado de ser señorío, aparece de nuevo a finales del siglo diecinueve con un paisano, Agustín González Ruano, que apesadumbrado con los tristes acontecimientos de mil ochocientos noventa y ocho escribe en el Diario Córdoba el articulo Luto nacional, tachando a toda la centuria como nefasta piedra negra en la historia de España.
Así entramos en nuestro siglo donde las noticias de Montemayor son escasas ya que faltan estudios serios y profundos tanto del Archivo Municipal como del Parroquial. Como excepción hay que destacar los trabajos del profesor Rafael Guzmán Cabañas que, aunque no exclusivamente referidos a Montemayor, sino a la comarca, ilustran y descubren aspectos de nuestra mas reciente historia.
José Claudio Carmona Varona, Licenciado en Historia
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